viernes, 7 de julio de 2017

Reseña: Cartas de amor a los muertos de Ava Dellaira

¡Bienvenidos otra vez al blog, lectores! Esta semana traigo un libro bastante conocido entre los mundos de las letras, se trata de “Cartas de amor a los muertos” de Ava Dellaira, al que le he dado 3 estrellas en Goodreads. Si te apetece saber el porqué de mi raspada puntuación, acomódate en tu asiento porque ¡comenzamos!


Si aún no te has leído esta obra has de saber que cartas de amor a los muertos representa aquello que promete con ese título tan cautivador. Nuestra joven Laurel, que acaba de empezar al instituto, tiene que realizar un trabajo de lengua en el que le piden escribirle una carta a alguien que haya fallecido. Aunque esto parezca raro en un principio, he de decir que esta clase de trabajos ya los he visto más veces representados, sobre todo en la educación americana. Los chicos suelen escribir a algún presidente pasado contando como sus valores se han vuelto ciertos, etc. El caso es que, en esta historia en particular, a la protagonista le cuesta más de lo que debería en un principio ya que, acaba de perder a su hermana hace tan solo unos meses, y por tanto, lidiar con estos asuntos no le resulta tarea fácil. Por ello, en vez de redactar una carta común como haría otro alumno en una situación más normalizada, ella prefiere escribírsela a Kurt Cobain, ídolo de su hermana que murió trágicamente joven, como ella.

Después de redactar esta misiva, sigue escribiendo para ella misma, a otros personajes, tales como Judy Garland, Amy Winehouse, Heath Ledger, etc. que fueron relevantes tanto en su vida como en la de su hermana, para ir explicándonos a través de estas notas como le va en su nuevo comienzo, ya que, al ocurrir la tragedia, Laurel decide empezar de nuevo en otro instituto distinto al que le correspondía. Esto conlleva el hecho de enfrentarse a la soledad de ser la nueva, encajar con los amigos, algún amor que se encuentra por ahí, etc. En definitiva Laurel consigue ir encontrando su lugar en el mundo, asumiendo una pérdida que tiene muy enraizada en el interior, ya que admiraba a su hermana May, con todas sus fuerzas.

Llegando a este punto, he de destacar que lo que más me ha gustado de esta novela es sin duda la importancia de la música (y la calidad de esta, aunque eso es más a mi parecer) durante toda la trama. A mi juicio, la autora ha sabido plasmar a la perfección todas las preguntas que uno se hace al conocer los finales de estos músicos y artistas, que no han tenido una vida fácil, haciendo el símil con Laurel y sus amigos, los cuales también tienen mucho que padecer. Además, como anécdota, está bien resaltar que si te han gustado las canciones a las que se hacen mención, puedes acceder en las últimas páginas, a la lista completa a modo de álbum, con un QR incluido, para que puedas ir escuchándolas en orden según van apareciendo.


Lo que menos me ha atraído, sin embargo, es más complicado de explicar, por lo que me extenderé algo más, con el fin de que entendáis lo que quiero decir sin sacarlo de contexto.

A mi parecer, lo que engloba la parte más negativa de todo el entramado, dejando a un lado las típicas relaciones excesivamente retorcidas que pueden darse en la clase de libros más dedicado al amorío exclusivamente, y que sirven simplemente, para tenerte en un vilo perpetuado, creo que lo que más hace que la trama pierda en sí, es la hermana de la protagonista, May.

Con ella es con quien empieza la desgracia, ya que muere trágicamente (el motivo no te lo dirán casi hasta el final para que no pierdas el interés en la lectura. Un truco al que recurren muchos autores, y el cual a mí no me gusta nada, porque das a entender que la historia no tiene suficiente fuerza como para que lo leas tranquilamente, sin tener una intriga innecesaria como esta), y a la que vas conociendo tras lo que te va contando Laurel en sus cartas.

El motivo principal por el que no me gusta este personaje, podría dividirse en dos. Uno más centrado en ella, y otro en lo que representa. Centrémonos primero en ver cómo era ella.

Bien, pues parece ser que como ya habíamos visto con anterioridad, los personajes de John Green han calado más de lo que hubiera pensado en un principio. May en este caso es, para aquellos que lo hayáis leído, Alaska, en todas sus facetas. Para los que no conozcáis la obra os explicaré que lo que pretendo decir con esto, es que esta chica era problemática, impulsiva, y todo lo diferido de esto que caracteriza a esta clase de personajes que están tan de moda ahora mismo, incluyendo obviamente, al principal que la adora por encima de todas las cosas, y le importa un pimiento que se comporte de una manera tan egoísta (sobre todo con ellos), porque para ellos es siempre perfecta. En este caso hablamos obviamente de Laurel, que ya no es solo que no le eche la culpa de las tragedias que le pasan directamente a ella a causa de las decisiones de su hermana, sino que, al igual que estos protagonistas tan característicos que, además de no verlo, también se echa las culpas a sí misma de lo que ha pasado sin tener nada que ver en el asunto.


Llegado a este punto sobre que la novela podría ser de John Green si le cambiásemos el nombre a “El enigma de May” por ejemplo (sé que es una de mis manías retitular las obras, pero tenéis que admitir que a esta le pega muchísimo), vamos con el siguiente punto que me escamó de la trama. Esta es la idealización de la muerte que se da en cada una de sus líneas.

Al igual que por trece razones, en Cartas de amor a los muertos parece darse un mensaje que expone una versión “distorsionada” de la realidad con forme al hecho que engloba el irse de este mundo. En ellos vemos como alguien que ya no está, tiene más protagonismo incluso, que las personas que siguen con vida, teniéndola todo el día en boca, y convirtiéndose esta, en la guía de sus vidas, en donde todo gira en torno a ella, aunque no tenga nada que ver en la historia. En el caso de por trece razones, vemos como prima la venganza a través de unas cintas de casete marcadas con esmalte azul (todo muy vistoso para empatizar con la víctima, y hacer con ello, la situación más atractiva para el lector, por supuesto) para que Hannah acabe lo que no terminó en vida. En el caso de Cartas de amor a los muertos, sin embargo, es la idea de que May vivirá por siempre en los corazones de todos, en la tierra, en el mar, y en cualquier sitio donde a Laurel le parezca apropiado, lo que distorsiona la idea de que ya no volverá a estar nunca más.

Bajo mi juicio, esta visión idealizada de la muerte es errónea, y puede llevar a confusiones, sobre todo entre los adolescentes, y las personas más vulnerables en general, llevándolos a conductas fantasiosas que acaben por arrastrarlos a unos resultados fatalisticos, de los que no podrán dar marcha atrás. Estos temas tan delicados, hay que tratarlos en consecuencia (y más en estos libros lanzados para jóvenes) para exponer la realidad del asunto. Está claro que la muerte de alguien es siempre una gran pérdida, la cual va a marcar la vida de los presentes de manera irreversible, pero hay que tener en cuenta que el que se queda es el que va a vivir, no el que ya no está. Puede que los presentes se acuerden de la persona fallecida, que la tengan siempre en el corazón, etc. pero eso la victima ya no lo va a ver. La vida es algo que se acaba, y poner la muerte como una extensión idealizada de la constante permanencia, para mí al menos, es un grave error que se está cometiendo dentro de las novelas de este estilo. Por eso mismo no soy capaz de defenderla más de lo que lo he hecho ya.


Por lo demás decir que si bien es una historia de superación, no cabe más que esperar un final bastante predecible en la medida en que se van planteando los problemas que persiguen a los diversos personajes. Si eres fan de esta clase de géneros, prueba a leerla (o a esperar a verla, ya que con la moda que existe en estos momentos, no sería extraño que la saque alguna plataforma en forma de serie) yo por mi parte cambiaré un poco de temática para traeros algo de terror en la siguiente entrada. Hasta entonces sed buenos y leed mucho.

Se despide de vosotros.

La bibliotecaria de Dunwich.

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